miércoles, 21 de abril de 2010

El principio de todo

   Hola amigo lector/a, en este blog de la “Crónica de la gente de los ríos” voy a contar porqué se me ocurrió escribirla, cómo fue creciendo en ideas y objetivos…cómo di con la información, los problemas que encontré, soluciones por las que opté…en suma, el porqué de lo mucho que hay en ella.
   Hay que empezar contando que el proceso que viví para hacer este libro fue parecido al que protagoniza un estudiante con una investigación,  con la diferencia de que se presenta como un relato novelado. Además  el tiempo empleado es mayor que los clásicos uno ó dos años de una tesis. De hecho empecé a lo poco de autodisolverse la Asociación Río Ara, en el año 2001, cuando me encontré con un montón de papeles que guardar. En la crónica digo que llevo siete años porque queda bien, pero en verdad son algunos más de indagación.
   Con los meses esta labor se convirtió en una especie de hobby que me exigía localizar sitios, hablar con personas, marchar a archivos, encontrar molinos, ver saltos…y, en suma, pasar el tiempo de forma diferente al trabajo. Ahora lo pienso y veo que este libro lo he elaborado en una de mis épocas de mayor desarrollo profesional, un esfuerzo que tenía que “compensar” con una faceta investigadora “ajena” que me permitiera desconectar de la “dura” rutina laboral y, a menudo, adentrarme en la naturaleza. Al final ambos caminos resultaron ser complementarios, el trabajo me ha inspirado grandes ideas para el libro y al revés, la crónica me ha supuesto un importante apoyo para mi desempeño profesional.
   Pero este enfoque también era necesario para disponer de otro elemento importante, independencia para escribir lo que considerara oportuno. La libertad económica (y por tanto ideológica) la podía conseguir mediante una autofinanciación gradual por lo que esta obra ha terminado siendo una modesta aventura empresarial.
   Un barquito fletado desde el siglo XVII hasta 1950 que, por supuesto continúa. Pero tenía ganas de ver cómo era recibido y descansar de tan solitario trabajo así que decidí editarlo “a cachos”. En verdad la Crónica empieza en la Prehistoria y alcanza el siglo XV haciendo un breve paréntesis en el XVI para retomarse en el siglo XVII y continuar hasta el 1 de Mayo de 2004. Por curiosidad voy a contar que iba a terminar el 10 de Marzo del 2004, cuando se hacía efectiva la carta enviada al Gobierno Civil de Huesca que confirmaba la autodisolución de la Asociación Río Ara. Su Junta no la podía haber hecho efectiva hasta entonces porque en Febrero de ese mismo año se acababa de publicar la sentencia que decretaba la caducidad de la concesiones de Endesa (cedidas por Iberduero) en el Ara y el Cinca, caducidad denunciada por A.R.A. hacía unos años en los tribunales.
   Entonces, nada más llegar la carta, el 11 de Marco del 2004 hubo un atentado en Madrid que se llevó demasiada gente por delante…y un libro dedicado a derechos humanos no podía quedarse con semejante final. Así que además de hacer su pequeño homenaje a las víctimas, continuó hasta el 1 de mayo del 2004, recordando fechas en que se solían organizar las Jornadas del río Ara.De esta manera, medio en serio medio en broma,  es como la película de “La guerra de las galaxias”…empieza por el capítulo de enmedio y quién sabe si continuará…pero no hay que dudarlo, la fuerza le acompaña.
   Por cierto, la misma Guerra de las galaxias me sirvió de inspiración para hablar de las esquinas del Imperio. El hecho de que la rebelión (la de la película) fuera en los planetas exteriores, me hizo pensar en los rincones de los imperios…luego me decidí por esquinas y después me propuse aprovechar estas figuras para añadir una en cada capítulo retratando al Sobrarbe (comarca en la que se ubica el valle del Ara) de una manera. Así el lector aprecia cómo eran y son vistas las regiones montañosas y se adentra en una realidad desconocida, el mundo rural y fluvial.
   Pienso que los habitantes de las grandes urbes o los pueblos y ciudades medianas no son conscientes del tipo de pasiones que despiertan los paisajes. L a crónica trabaja este tema, con idea de comprender el choque entre diferentes modelos de desarrollo (sostenibles o no) y su implantación en los territorios.
   En el caso altoaragonés, conforme he ido avanzando en mi conocimiento de su pasado, se ha afianzado en mi interior una comparación. Y es que el anhelo hidroeléctrico sobre el Pirineo de principios del siglo XX me recuerda las ambiciones madereras y mineras que hoy se ciernen sobre la Amazonia . Lo que me parece increíble es que en libros de historia de la zona apenas se trate este tema, como si se ocultara un pasado que necesitamos saber, ya que explica muchos presentes.
   Así que siendo consciente de que podía resultar incómoda a determinados intereses económicos e ideológicos locales, decidí trabajar el cómo de la información. Entonces, sin abrazar este tipo de causas, me acerqué a ellas con idea de entender sus porqués. De ahí que este libro trate la historia de los ingenieros de minas (los que proyectan las presas en España), de la hidroelectricidad, los sindicatos de riegos y el mismo Regeneracionismo, movimiento ideológico inspirador de políticas hidráulicas en la Europa mediterránea .
   Sin embargo este acercamiento  ha procurado ser fiel al pasado y para demostrarlo ha adoptado formato de estudio aunque su interior corresponda a un relato novelado.La necesidad de emanar seriedad se debe a que el habitual relato histórico de la infraestructuras hidroeléctricas y de regadío (las presas) no suele explicar su alrededor.
   Incluso  da la sensación de que se oculta bajo una moralidad bastante dudosa ya que por ejemplo, no cuenta el hecho de que los campamentos obreros que levantó para hacer las obras fueron auténticas ciudades sin ley, como se recuerda en las zonas. Por eso señalo que tenían mujeres que intervenían en el ocio de los trabajadores. Son temas que no los cuento para criticar porque los entiendo producto de su época, pero lo que no puedo hacer es ignorarlos, ya que si no, no se entiende por qué la Confederación Hidrográfica Sindical del Ebro de los años treinta es cuestionada al adquirir una pianola y unos diamantes.
   La pregunta del millón sería a quién compró esas joyas pero eso, amig@ lectos/a, aparte de hacer mucha gracia, no lo he podido averiguar.  Lo que sí he pensado es su lógica. Igual en momentos de duro trabajo era necesario “compensar” a los obreros y su ocio se convertía en objetivo de la empresa. Quizás a la CSHE se le reprochaba su pragmatismo y que prescindiera de la moral de la época y nada más. De todas formas lo que un libro de historia no debe hacer es ocultar ese pasado de la misma forma que la sociedad de entonces. Francamente, me parece ridículo.
   La crónica no pretende deteriorar “prestigios” con estos relatos, por lo que no olvida que esos mismos ingenieros llevaron a cabo modernas obras hidráulicas. Tampoco pretende  establecer nuevos dogmas (objetivo que sí me parece entrever en relatos de las “civilizadoras” hidroeléctricas o “desarrolladoras” empresas de regadío), solo insinuar pequeñas certezas. Para ello añade fotografías que corroboran lo escrito y abre la opción de una visión fiable o, por lo menos, la idea de que haya varias versiones del asunto.
   Creo que ya es hora de acercarnos al mundo fluvial sin pretender que nos resulte cómodo ocultando hechos de cierta “crítica moral”. Estamos para contar lo que pasó, no lo que querríamos que hubiera pasado. Demasiado mito circula alrededor de lo hidráulico y este libro procura desmitificarlo para adentrarse en los porqués de unas épocas que pertenecen a otras generaciones. No podemos imponerles nuestros valores, incoherencias y creencias del mundo fluvial y esa actitud es la que se trata en el siguiente capítulo.

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