miércoles, 21 de abril de 2010

Las fuentes

  Fuentes variadas y alguna vez incluso “enfrentadas”, como por ejemplo el informe de Greenpeace del monopolio eléctrico español y los de las mismas eléctricas, los famosos mapas del  Ejército, hechos en los años 50 y 60,  para mí con idea de controlar el espacio rural en el que se movía el maquis que localizan con precisión los  caminos e infraestructuras hidráulicas….y los papeles de la antigua Coordinadora Río Ara, cuya Junta de principios de los años noventa parece simpatizar con grupos abertzales y okupas (según sus últimos boletines).
   Justamente esta marginalidad es la que hizo posible que parte de sus miembros se “escindiera” y creara la Asociación Río Ara del final de los noventa, entidad en la que tuve oportunidad de colaborar hasta su autodisolución. Esto lo cuento porque el hecho de que un grupo de personas decidiera hacer las cosas de otra forma “separándose” de los que se suponía que eran “representantes del río” fue muy decisivo para la nueva A.R.A.Y es que desde el principio procuró ser muy generosa haciendo posible que la mayoría de los miembros de la antigua Coordinadora formaran parte de ella además de muchas otras gentes.
   También le llevó a ser radical (en sentido positivo) en el planteamiento de que todo el mundo tenía cabida en lo fluvial, un anhelo que resumió en un lema,  “los  ríos son de tod@s”. Con el tiempo se extendió para criticar otro de los problemas que hay en los ríos peninsulares, los aguatenientes, los poseedores de sus concesiones que, como los terratenientes del siglo XIX, protagonizan en el  XX y XXI un acaparamiento que perjudica a la mayoría ciudadana.
   Pero volviendo a la Asociación Río Ara, hay que decir que sus orígenes me imbuyeron de parte de sus principios por lo que puedo afirmar que este libro “sufre”  de otra influencia, la de la diversidad de los socios que formaron A.R.A. Es un enriquecimiento que explica porqué tiene tanta anécdota y hecho curioso, sin prejuzgar las fuentes, aunque comprobando su certeza.
   Una  apertura mental  que se ha sumado a la de las lenguas en que han sido leídos los documentos, prensa e información utilizados en este libro. Con orgullo me reconozco parte de “la generación Lucas Mallada”, un instituto  de la ciudad de Huesca que en los años ochenta vio cómo sus profesores tuvieron la “locura” de creer en el tiempo libre de sus estudiantes.
   Sus actividades extraescolares, desde teatro a deporte , seminarios de matemáticas, historia o filosofía, nos dejaron una huella imborrable a muchas generaciones. Y esa apuesta por la diversidad temática, aprendida en la adolescencia, me permitió abordar temas de ingeniería, medioambiente e incluso matemáticas, física y un largo etcétera en esta crónica. Por fin mi afortunada educación pública me permitió también traducir documentos del inglés, francés , español y aragonés (algo justito esta última lengua a mi pesar)  además de textos en italiano, portugués, catalán, gallego, asturiano e incluso latín, vasco y flamenco!!...
   Todo hay que decirlo, no superé la prueba del farruco (dicho con cariño) funcionario de la Biblioteca de Lérida, que pretendía explicarme en catalán cómo funcionaba una fotocopiadora … al final las fotocopias las tuvo que hacer él (algo que desde el principio yo tenía claro, ya que soy consciente de mis limitaciones tecnológicas). Pero estas anécdotas de carácter colonial (que qué hacía yo, una forana, allí,...nada, sólo buscar boletines oficiales que no eran publicados en Huesca y sí en Lérida para que no se enteraran los afectados) me sirvieron para dar más fuerza a la idea de que sí, la crónica iba a ser escrita en una lengua  mayoritaria (español o castellano) pero también iba a hacer un homenaje a otra lengua a la que también tengo mucho  aprecio, el aragonés o fabla. Y es más, tiene  modestos guiños al chapurreau o catalán oriental de Aragón, al catalán del delta del Ebro y el francés de nuestros vecinos. Todo mezcladito y conviviendo sin problemas, como debe ser…
   La apertura de mente política, lingüística, metodológica, temporal, humana…era necesaria para recopilar información e incorporar añadidos, algunos de muy última hora como la historia de la pesca a mosca sin muerte o la de la Ecología. Allí, con acierto, di cabida a opiniones de personas que me estaban haciendo de asesoras e insistían en incluir estas facetas. Es más, me pongo a pensar y veo que, por ejemplo, sin el relato inédito del escritor del Sobrarbe  José Mari Santos  de los años 10, 20 y 30 (¡vaya currada!) no hubiera podido abordar con tanta comodidad esta parte del libro o sin el manuscrito de Astorga de AEMS no me hubiera podido introducir de forma tan agradable en la pesca, un mundo que en mi infancia era reservado a “los hombres”  y quizás por ello me sigue produciendo mucha fascinación.
   Por su parte el  relato oral de dos familias “símbolo” de Jánovas (los Garcés y los Buisán) , generosamente cedidos por sus descendientes , las amenas conversaciones con el último que resistió a los forestales; el programa de televisión de los años ochenta que cuenta la historia de la fallecida enfermera urbana que apoyó a los vecinos de Ligüerre de Ara (Lucrecia, sigues estando con tu gente) , el CD de cómo se despobló la Solana o el relato de los misterios del molino de Guaso me han permitido percatarme de hechos que no salen en los textos y localizar fuentes que ayudan a comprender el otro mundo que también se da en lo fluvial, el de las emociones y sentimientos.
   Pero como era inevitable, al final he hecho mi propia aportación. La primera relacionada con la metodología que ayuda a localizar fuentes en temas hidráulicos (se expone en el apartado del investigador). Otra aportación está relacionada con la “sabiduría acumulada”  en encuentros y jornadas fluviales que me permitió  rellenar las piezas que faltaban del puzle histórico en que se asienta la crónica. Y por fin, la última ha sido fruto de la propia reflexión, que he osado exponer, como los principios básicos de los aprovechamientos hidráulicos tradicionales o alguna de las lógicas que me parecen vislumbrar detrás de  actuaciones de hidroeléctricas en los años cuarenta y cincuenta.
   Lo cierto que al poco de comenzar esta indagación me fui dando cuenta de que , extrañamente, los molinos tradicionales, serrerías y batanes eran vistos de forma hostil por hidroeléctricas y determinadas empresa regantes. Al principio no lo entendía…¿en qué les molestaba un batán si eso era una cultura tradicional que no dañaba a nadie?... pero era evidente que conforme avanzaba en mi investigación que la hostilidad parecía emanar más de una dirección (el grande ) que de otra (muy revelador el discurso del propietario de la Ibérica contra los nabateros del Cinca). Entonces, cuando pude leer el informe de la UNESCO que hablaba del valor del actual pequeño propietario a orillas del Mekong, río amenazado por varios proyectos de presas, pude comprenderlo.
   Sí, los molinos tradicionales son parte de un patrimonio rural de gran valor etnográfico…pero no sólo eso o mejor dicho, son algo más. Espero que este libro contribuya a verlos de forma más moderna porque lo que sobre todo eran y son (a los poquitos que les dejan producir luz) negocios gestionados por personas que conocían muy bien el río al llevar siglos conviviendo con él, una gestión de riqueza natural con sus concesiones y derechos legales pero ignorada por universidades y facultades de economía.
   No se trataba, como burlonamente nos decían algunos, de tener velas en casa y quitarnos las bombillas,  sino que las fuentes de energía (en este caso la luz o el agua) procedieran de un modelo de desarrollo sostenible para los ríos y sus gentes. Por eso este libro es una crónica, un relato histórico de estas gentes, la de los ríos, las que viven con el resto de habitantes peninsulares pero tienen mucho que aportar respecto a lo fluvial,  políticas hidráulicas y energéticas porque saben extraer  dinero de ellos, sí , pero al mismo tiempo los dejaron ser como son, es decir, son medioambientalmente sostenibles.
   Resultaba imprescindible acercarse a esta fuentes de riqueza como lo que eran y añadir lo aportado por otras gentes, como el belga Bernardo el Molinero , cuya visión tecnológica (influenciada por los molinos de viento de sus Países Bajos) le llevó a practicar desde los años ochenta la afición de retratar cuanto aprovechamiento harinero encontraba en Huesca…desde el punto de vista técnico. Emocionante resulta ver las imágenes del molino de Jánovas en su página web y apasionante compartir con él conversaciones en las que su experiencia se ha sumado a lo trabajado por otros “de fuera”.
   O no tanto porque la pagina web del vecino molino de la Mousquère, o la del ayuntamiento de La Ferté sous Jouarré, sede de una de las primeras multinacionales de piedras de molino, han resultado ser savia vital para este libro, aunque fuera en francés (esta se la perdonamos)
   Otras aportaciones “del exterior” han sido favorecidas por encuentros promovidos por asociaciones de ríos. Eran y son esfuerzos por lograr un contexto que favoreciera la reflexión alrededor de lo fluvial y han dado como fruto publicaciones como el estudio biológico del río Ara promovido por una Universidad de Euskadi (por fin unos vascos se acercan al valle de forma constructiva),  el análisis de historia de la política hidráulica española promovido por gentes del Gállego, la guía didáctica de este mismo río hasta la memorable feria medieval de Jaca organizada por gentes aragonesas y del  delta del Ebro, el vigente concurso anual de fotografía de la también triunfante Asociación Río Susía o el grupo de jazz de nuestros hermanos del Ésera que actuó en Aínsa-Sobrarbe en la exposición “Pueblos y ríos” del 2009.
   Todos estos encuentros han supuesto un remanente para el intelectual y científico y sus aportaciones, como la pionera gestión de las crecidas del Ebro en Zaragoza, el desarrollo de desaladoras de bajo impacto ambiental o el abordaje de la escasez hídrica de Cataluña, por nombrar algunas. Es lo que se denomina Nueva cultura del Agua, un proceso mental pero sobre todo  científico y tecnológico que intenta abordar problemas del agua desde nuevas soluciones y está obteniendo resultados satisfactorios.
   La misma web de la Fundación Nueva Cultura del Agua, hispanoportuguesa (lo que explica que la crónica sea peninsular y no solamente española) y capitalidad aragonesa dispone de  un amplio bagaje al acceso del público en general, otra de las espinas dorsales de este libro. Pero como suele ocurrir en estos temas, a menudo lo investigado se describe en un lenguaje que no llega a la ciudadanía  o apenas alcanza al interesado. Es evidente porqué,  prioriza la descripción y rigurosidad sobre la amenidad… así que enseguida me percaté de que  si quería hacer un libro que se difundiera, tenía que  “traducir” sus fuentes, los artículos científicos…
   No somos un país propicio para la cultura, las cosas como son y si hacia una tesis (así lo hubiera titulado porque lo contrario hubiera sido engañar) no la hubiera leído mucha gente. Así que la exposición de este libro ha procurado ser un puente entre lo científico y lo popular, algo que disfrutar y si se quiere, aprender. Supongo que por ello el lector se lleva una sorpresa al empezar y topar con una leyenda de las Rocosas que habla de una raza desconocida…
   ¿Pero esto no es un estudio?... Claro que sí, pero es que los mitos son algo innato al mundo fluvial y tienen  un apartado en cada capítulo… hasta me invento la figura de los piratas de la mar fluvial inspirándome en los mares de montañas y sus galeones (las casas de los lugares)  además de la bandera pirata que ondea en la foto hecha en el Montblanc por simpatizantes de río Aragón durante la reivindicación por las cimas del mundo.
   Sí, esta riqueza de ingredientes ha dado lugar a un libro muy especial que se asemeja a un pan  mezclado, hecho con diversos trigos y cereales… diseñado bajo una estética. Porque la crónica también tiene una estética, que se aborda en el siguiente capítulo.

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