domingo, 20 de junio de 2010

Segunda de Urrutia, mosqueo con los nabateros

Nabatas a primeros de Mayo en el río Gállego, Huesca (Asociación de Nabateros del Gállego)

Un ejemplo del choque de los intereses tradicionales con los nuevos hidroeléctricos.
Urrutia, que también tiene saltos que abastecen Madrid, narra un percance con madereros de esta zona. El Ministro de Fomento comenta que procurará conciliar los diferentes intereses fluviales. A la larga la saña administrativa contra este tipo de empresas de transporte de maderas será una de las herencias de estas intervenciones políticas.


El Sr. PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Urrutia

 
El Sr. URRUTIA: Para formular un ruego al Sr. Ministro de Fomento respecto a un caso grave, por ser completamente nuevo, pero que puede repetirse, es de extrema gravedad, tanto para la industria hidroeléctrica como para todas la industrias y todos los consumos de energía eléctrica que con la producción se relacionan.
Me refiero al hecho de que en la ley de Aguas hay un precepto que obliga, en toda concesión de saltos de agua, a respetar primeramente el derecho de flotación de maderas; este derecho es un derecho antiguo, tradicional, que tiene su origen en época en que el principal interés consistía en facilitar el transporte de un producto natural, que no teniendo otro medio de transporte, pues faltaban carreteras y faltaban ferrocarriles, no había otro recurso que transportarlo por medio de la flotación. Recientemente, y relacionado con esto, ha ocurrido un suceso
que ha podido constituir una verdadera catástrofe, y aún en parte ha llegado  serlo.
Saben los Sres Senadores, porque muchos de ellos en Madrid viven que, desgraciadamente, la producción de energía eléctrica se viene haciendo  en condiciones pésimas (y esto lo digo con verdadero dolor, porque me afecta) por el estiaje y por otras circunstancias, pues bien; se ha producido el hecho siguiente: en uso del derecho que concede la ley de Aguas, un maderero , X, en un arroyo, pues no merece el nombre de río, cuyas aguas afluyen a una central eléctrica, en un pequeño embalse, hizo un depósito de maderas de 22.000 pinos, sin preocuparse de que eso pudiera causa de una catástrofe el día de mañana; esa madera no podía continuar el curso de la flotación , porque en el arroyo faltaba agua; pero sobrevino una tromba, saltó la maderada por el dique que la contenía y se precipitó contra una Central que suministra energía a Madrid una masa de 16.0
00 pinos a una altura de un metro, no del nivel de agua, sino del nivel de la Central.
A consecuencia de esto, se inmovilizaron las máquinas de esta Central, y ha estado Madrid sufriendo durante veinticinco días las molestias resultado de la catástrofe; ha faltado en absoluto la energía, y ha costado todo ese tiempo para que pudiese reanudarse en parte porque una de las máquinas, de fuerza de 6.000 kilowatios, quedó completamente inutilizada en la maderada.Este hecho no es aislado; otro hecho análogo tuvo lugar hace muchos años en el río Turia, produciendo la ruina definitivade una persona; y ahora, yo me permito hacer una comparación entre los intereses generales, los que afectan los poderes públicos, y, por lo tanto, a la Nación y a los legisladores, y ese otro derecho, que yo entiendo que debe ser respetado mientras la leyes no se modifiquen, pero he de manifestar también que este derecho representa para el que lo utiliza una importancia tan relativa como voy a  demostrar, diciendo que en el trasporte de maderas hecho por ese medio o hecho por carretera habrá una diferencia de 5 o 6.000 pesetas,  y la catástrofe ha ocasionado perjuicios por valor de 700.000 pesetas, más las consecuencias u perjuicios para toda la  clientela de esa Compañía, perjuicios que no enumero porque todo el mundo los conoce.
Yo suplico , pues, al Sr. Ministro de Fomento, que vea S.S. si hay un medio legal, respetando el derecho de todos, de tener en cuenta aquellos intereses que tal y tan definitiva importancia tienen para la economía nacional, trayendo a las Cortes un proyecto de ley que prevea y evite estas catástrofes, haciendo efectivas las indemnizaciones a que hubiere lugar. Esto es lo principal, por ahora, y después explicar al Sr. Ministro de Fomento que tenga la amabilidad de escucharme en otra ocasión algo referente al problema hidroeléctrico, que es trascendentalísimo, para la economía nacional.El Sr. Ministro de FOMENTO….
El interesante ruego que concluye de formular el S. Urrutia, ya comprenderá el Senado hasta qué punto ha de ofrecer dificultades, recordando precisamente las mismas manifestaciones que S. S. hacía al empezar, diciendo que se trata de derechos ya tradicionales, que claro que corresponden a necesidades o a conveniencias de una época que no pueden estar en consonancia con la necesidades de la época actual.
Esto supone que habrá que buscar la manera de armonizar estos intereses, para poder legislar con aquella equidad y aquella justicia precisas, a fin de que no se produjesen reclamaciones fundadas de los que se considerasen perjudicados.
La materia, como ve el Senado, es demasiado difícil, sobre todo para acometida por quien, como yo, no tiene aquel conocimiento y competencia necesarios para poder laborar tan arduo problema, pero de todos modos, lo que puedo decir al Sr. Urrutia es que me ocuparé con interés del asunto, que pediré aquellos asesoramientos que considere precisos para esclarecer más la cuestión y que desearía mucho que haya modo de conciliar los intereses respetables a que se refería el Sr. Urrutia, y aquellos otros que, aun cuando no tengan tanta importancia, deben merecer el respeto de todos, porque son siempre derechos tradicionales.
 

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